Fotonoviembre 2021
 

Études de Nu. La mirada al desnudo de Germaine Krull

Études de Nu. La mirada al desnudo de Germaine Krull

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Études de nu

 

Del 11 de noviembre al 3 de diciembre de 2011
Estudio Artizar
C/ San Agustín, 63 La Laguna. Tel: 922 265 858
Horario: L-V de 10:30 a 13:30 h. y de 17:00 a 20.30 h. S de 11:00 a 14:00 h.

 

Germaine Krull empezó a fotografiar desnudos, sobre todo femeninos, en Berlín al comenzar la década de los 20 del pasado siglo, y muchas de esas imágenes ilustraron publicaciones científicas y naturistas. Había tenido una educación tolerante y un tanto heterodoxa que no coartó sus hábitos e inclinaciones masculinas, lo que le dio el temple del varón para cuanto afrontó en la vida.

Instalada en París donde abrió su estudio en 1926, se casó con el director de cine Joris Ivens -admirador y seguidor de Eisenstein y de Flaherty y autor de Tierra de España (1936), estremecedor documento sobre la guerra española al que Hemingway puso la voz del narrador, cuyos trabajos para el documental El puente (1928) despertarán en ella la fascinación por una materia insólita: el paisaje industrial. Germaine Krull lo elevará a la condición de obra maestra en su libro Métal (1928). Durante los siguientes años practicará el fotoperiodismo, visitando Madrid al proclamarse la 2ª República. En París se relacionó activamente y fotografió a la élite intelectual francesa (Valéry, Gide, Malraux, Morand, Cocteau, Colette, etc.), así como a numerosos artistas y creadores (el actor Louis Jouvet, el director Jean Renoir, el fotógrafo Eli Lotar, los pintores Robert y Sonia Delaunay, etc.), aunque en muchos casos va a retratarlos de modo peculiar: La corbata de Félix Labisse, pintor surrealista; Las manos Arthur Honegger, compositor; La casa de Tristan Tzara, de Adolf Loos, etc.

Sin embargo, el desnudo seguirá siendo un motivo predilecto en la fotografía de Krull, que evolucionará de una visión de lo femenino marcada por el pictorialismo y las tendencias naturistas, a una expresión creativa y sensual en la que el cuerpo, a veces ciertamente masculinizado de la mujer, ofrece la imagen independiente y moderna, a la vez que seductora y misteriosa de una nueva feminidad.

En 1930 edita el portafolio Études de nu, con 24 fotograbados de desnudos, en cuyo texto de presentación va a intentar explicar qué significa para ella la fotografía y quién es el verdadero fotógrafo, aunque la finalidad de sus palabras fuera simplemente aclarar por qué hacía desnudos. Tal aclaración parece razonable al hilo del propio discurso teórico de Krull, donde presenta al fotógrafo como

“testigo de su época”, es decir el primer tercio del siglo XX, época socialmente convulsa y transformadora en la que el desnudo, tan allegado a la estética como distante de la ética (sus trabajos en este campo serán calificados de “sátiras de pornografía lesbiana”), no parecía testimoniar ninguna realidad política o sociológica.

GERMAINE KRULL

Tras la publicación de Métal en 1928, que reunía 64 fotografías sobre un tema tan esencialmente masculino como el paisaje industrial, la fotógrafa alemana Germaine Krull, llamada la “valquiria” de hierro, empezó a estar considerada, junto a André Kertész y Man Ray, entre los mejores fotógrafos de París. A comienzos de nuestra centuria, Métal va a ser reconocido como uno de los más importantes libros de fotografía del siglo XX.

Nacida en Wilda, en la frontera germano polaca, en 1897, Germaine Krull empezó sus estudios de fotografía en Munich, donde en 1918 abrió su estudio y donde trató a Rainer María Rilke y a Max Horkheimer. Militante socialista y defensora de los derechos e igualdad de la mujer, a finales de la década se afilia al Partido Comunista Alemán y su activismo político le lleva a ser expulsada de Baviera, de donde viaja a Rusia, para instalarse en Berlín en 1922. En 1926 llega a París y al año siguiente se casa con el documentalista holandés Joris Ivens, del que adquiere la nacionalidad. Su trabajo sobre desnudos, retratos y moda, se amplía al fotoperiodismo. Al estallar la guerra europea viaja a Brasil, de donde pasará a África -primero al Congo y luego a Argelia-, regresando a París al acabar la contienda. Después de un viaje al sureste asiático como corresponsal de guerra, en 1946 se instala en Bangkok donde permanece dos décadas como propietaria de un hotel, periodo durante el cual publica tres libros de fotografías sobre la región y colabora con André Malraux documentando el arte del sudeste de Asia. Al abandonar Tailandia vuelve a París, para al poco tiempo viajar a la India y convertirse a una secta del budismo. Su último gran proyecto fue un libro sobre los tibetanos en la India, publicado en 1968. Tras un accidente vascular ingresó en una residencia de ancianos en Alemania, donde muere en 1985.

EN COLABORACIÓN CON LA GALERÍA DE ARTE ESTUDIO ARTIZAR

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